Los Hermanos Maristas somos hermanos consagrados a Dios, que seguimos a Jesús al estilo de María, que vivimos en comunidad y que nos dedicamos especialmente a la educación de los niños y de los jóvenes, con más cariño por aquellos que más lo necesitan.
Marcelino Champagnat el FUNDADOR, con 27 años, y recién ordenado sacerdote, fue destinado a La Valla, un pueblecito medio perdido entre los intrincados montes del Pilat, en la diócesis de Lyon (FRANCIA)
Allí se dio cuenta del lamentable estado en que se encontraba la enseñanza y la formación religiosa de los niños y jóvenes, fruto de la Revolución Francesa y de la despreocupación familiar.
Acometió la labor de fundar un Instituto de Hermanos dedicados a la enseñanza y la educación cristiana de la juventud, especialmente la de los menos favorecidos por los medios sociales y económicos.
Les dio el nombre de «Hermanitos de María»
y puso al Instituto bajo el amparo y protección de la Virgen María, a la que profesaba especial devoción y a quien, cariñosa y piadosamente, llamaba BUENA MADRE. Siguiendo su lema tratamos de formar buenos cristianos y honrados ciudadanos.
A su muerte, en 1840, la Congregación tenía unos 300 Hermanos y alrededor de 7.000 alumnos distribuidos entre las más de 50 casas con que ya contaba en aquella época. Somos más de 3.500 hermanos, diseminados en 79 países de los cinco continentes. Compartimos nuestra tarea de manera directa con más de 72.000 laicos maristas atendiendo a 654.000 niños y jóvenes. Vivimos en comunidad y compartimos nuestra espiritualidad y nuestra labor apostólica con otros hombres y mujeres ilusionados por el reto de Marcelino Champagnat: la educación cristiana de la juventud, especialmente la más necesitada.
